Todo lo que somos es memoria.
Esta afirmación que inicialmente podría parecer exagerada, dada la
multitud de procesos que intervienen en las capacidades humanas
desde un punto de vista cognitivo, venía a reflejar la importancia
de la memoria en todas las actividades del ser humano. Son los
recuerdos acerca de nuestras experiencias pasadas los que nos
proporcionan una biografía y definen quiénes somos; es el
conocimiento, desde un punto de vista enciclopédico, el que nos
permite desenvolvernos con soltura en el mundo en que vivimos, y son
las habilidades que aprendimos en algún momento las que nos
permiten sobrevivir. Sin memoria no sabría quién soy, no sabría
dónde estoy y no sabría qué hacer o cómo actuar.
Los casos clínicos nos informan acerca de la gran variedad de
funciones de la memoria y de su importancia. Su estudio representa una
excelente oportunidad para comprender la memoria, y nos muestra lo
difícil que es definirla y por tanto comprender su funcionamiento, ya
que no podemos hablar de algo unitario, sino de una capacidad
enormemente compleja configurada por diferentes sistemas y subsistemas,
con diferentes funciones, que dan lugar a distintos fenómenos y con
un substrato neurobiológico no del todo definido, debido a la
deslocalización (o difusión) de la memoria. Muestra de ello son los
casos clínicos de pacientes con déficit de memoria, de los que podemos
decir que cada caso es un mundo: no hay dos iguales más que en lo
general, y difícilmente podemos afirmar que todos los casos (de
Alzheimer, Korsakoff, Huntington, encefalitis vírica, accidente
cerebro-vascular…) se caracterizan por un déficit de memoria
(semántica, episódica, procedimental) o presentan una amnesia
(retrógrada, anterógrada), debido a un problema de codificación o
recuperación de la información, que les afecta en su capacidad (de
recuerdo, reconocimiento, discriminación del origen de sus recuerdos,
planificación…) para procesar (caras, contextos, acontecimientos
autobiográficos…).
No hay comentarios:
Publicar un comentario