domingo, 20 de mayo de 2012

El egoísmo.

¡Hola psicofans! Hoy vamos a hablar de el egoísmo. Una cosa que a mí, me molesta mucho en las personas. La persona egoísta está centrado en si misma y vive en un mundo cerrado.
Puf, un rollo vamos. Estoy acostumbrado a ese tipo de personas ya que vivo con ella. ¿Y por qué las personas egoístas son así y quiere cosas para ell@s? Las personas egoístas están solas y aisladas, por eso tratan de llenar su vida con objetos. Sus personalidades pueden ser depresivas con rasgos obsesivos. ¿Curioso verdad? Ya todo tiene sentido. La verdad es que el egoísmo afecta a muchas personas, a demasiadas. Y parece que cada vez va a mas. 

Ahora os voy a decir una característica fundamental en el egoísmo: El/la egoísta se va quedando solo/a por elección, porque es incapaz de compartir nada. ¿Increíble verdad? Ahora para que comprendáis mejor, os voy a dejar con una historia que he encontrado sobre el egoísmo:
EL EGOÍSTA
La única razón por la que vine es para contarles un cuento, dijo el viejo al entrar a unos cuantos hombres que ocupaban una mesa en la taberna de ese oscuro pueblo perdido en las montañas.
Hacía frío y aunque no era tarde, pocos se atrevían a salir por la copiosa nevada; y sólo la tenue luz de los faroles intentaba abrirse paso a través de la nieve, logrando apenas iluminar la calle.
El recién llegado se acercó al fuego para calentar sus manos y se sentó frente a ellos sonriendo, mientras observaba con picardía las caras ansiosas de sus amigos que esperaban impacientes su relato.
Había una vez un hombre muy egoísta que vivía en un pequeño pueblo. Se mantenía con una renta heredada y pasaba todos los días del año encerrado en su casa. En eso consistía la vida para él, en una continua sucesión de días con sus noches, durante la mayoría de las cuales le resultaba muy difícil conciliar el sueño.
Le complacía contar su dinero a diario como un ritual, para guardarlo luego en una antigua caja con candado.
Un día, se desató en esa región una gran tormenta que duró varios días. Grandes inundaciones asolaban esa comarca y mucha gente estaba en peligro de morir ahogada sin la posibilidad de que nadie la socorriera. Los servicios de salvamento resultaban insuficientes y la ayuda que podían brindar era escasa.
El hombre egoísta, que vivía en la parte alta del pueblo, se pasaba largas horas mirando caer la lluvia a través del vidrio de una pequeña ventana, indiferente a los padecimientos de sus vecinos, mientras pensaba interiormente qué suerte tenía de vivir en ese lugar tan alto mientras otros infelices se estaban ahogando.
Su egoísmo no consideraba la posibilidad de prestar ayuda y aplacaba su conciencia pensando que era muy difícil que alguien viniera a salvarlo a él si estuviera en peligro.
Pero esa noche tuvo un sueño. Soñó que su casa había sido alcanzada por la correntada y que él estaba a punto de hundirse en el agua. Había creído hasta ese momento que estaba preparado para enfrentar a la muerte, sin embargo en su sueño comenzó a gritar desesperadamente pidiendo ayuda.
Se despertó gritando todavía, con la desesperación propia del que sabe que nadie lo oye ni acude para salvarlo.
La lluvia había cesado y sólo se escuchaba el silencio, porque hasta los pájaros habían huido hacia otra parte.
Se puso las botas y su gruesa capa de abrigo, y se presentó en la parroquia, donde se estaba organizando una campaña de ayuda a los damnificados.
FÍN
¡Espero que os haya gustado y gracias por leer la entrada!

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