jueves, 3 de mayo de 2012

La importancia de la memoria


Todo lo que somos es memoria. Esta afirmación que inicialmente podría parecer exagerada, dada la multitud de procesos que intervienen en las capacidades humanas desde un punto de vista cognitivo, venía a reflejar la importancia de la memoria en todas las actividades del ser humano. Son los recuerdos acerca de nuestras experiencias pasadas los que nos proporcionan una biografía y definen quiénes somos; es el conocimiento, desde un punto de vista enciclopédico, el que nos permite desenvolvernos con soltura en el mundo en que vivimos, y son las habilidades que aprendimos en algún momento las que nos permiten sobrevivir. Sin memoria no sabría quién soy, no sabría dónde estoy y no sabría qué hacer o cómo actuar.

 Este hecho se pone de manifiesto de forma dramática en las demencias, ya que los pacientes aquejados de estas enfermedades, en sus diferentes variantes, van perdiendo la capacidad de utilizar toda esa información que fueron acumulando a lo largo de la vida. O en los daños cerebrales, que provocan que algunas personas pierdan la capacidad de almacenar nueva información, de forma que se mantienen en un eterno presente, como nos describe la literatura de casos clínicos. Así por ejemplo, Oliver Sacks (2002) nos describe los casos de J.G. (el marinero perdido), a quien una amnesia retrógrada le mantiene “fosilizado en el pasado”; y de W.T. (una cuestión de identidad), que ante la incapacidad de recordar su pasado continuamente se inventa uno.
 Los casos clínicos nos informan acerca de la gran variedad de funciones de la memoria y de su importancia. Su estudio representa una excelente oportunidad para comprender la memoria, y nos muestra lo difícil que es definirla y por tanto comprender su funcionamiento, ya que no podemos hablar de algo unitario, sino de una capacidad enormemente compleja configurada por diferentes sistemas y subsistemas, con diferentes funciones, que dan lugar a distintos fenómenos y con un substrato neurobiológico no del todo definido, debido a la deslocalización (o difusión) de la memoria. Muestra de ello son los casos clínicos de pacientes con déficit de memoria, de los que podemos decir que cada caso es un mundo: no hay dos iguales más que en lo general, y difícilmente podemos afirmar que todos los casos (de Alzheimer, Korsakoff, Huntington, encefalitis vírica, accidente cerebro-vascular…) se caracterizan por un déficit de memoria (semántica, episódica, procedimental) o presentan una amnesia (retrógrada, anterógrada), debido a un problema de codificación o recuperación de la información, que les afecta en su capacidad (de recuerdo, reconocimiento, discriminación del origen de sus recuerdos, planificación…) para procesar (caras, contextos, acontecimientos autobiográficos…).

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